Las cloacas de Jaén
Querido alcalde: ahora que nos conocemos —aun en circunstancias tan fugaces—, me gustaría invitarle a mi casa. Apunte la dirección: vivo en la Carrera, a media altura más o menos. Como usted y cualquiera que visita Jaén saben —y mi bolsillo, que para eso pago los impuestos más altos de la ciudad—, aparte de ser una de las calles más bonitas del mundo, también lleva un tiempo cotizando a la alza como una de las más ruidosas y nauseabundas. Pero, a lo que iba. Que si le apetece una cenita, puede llegarse cuando guste de jueves a domingo. Apreciará que en el salón de mi casa se alcanzan con facilidad los 50 decibelios, pese a la excelente calidad de las ventanas. Sucede esto, me consta, a pesar de las numerosas llamadas a la policía de los vecinos, ya que Bernabé Soriano se ha convertido en una discoteca al aire libre. O, si ve que no le va el plan nocturno, pásese a desayunar. Seguramente podamos hacerlo al son repugnante y sabrosón de los camiones de desatranque, que aquí son casi tan frecuentes como los servicios de limpieza que intentan borrar los restos de la batalla de la noche anterior. Con las elecciones en el horizonte, no consigo ahuyentar esta imagen de mis cansados ojos: las cloacas atascadas de la calle más emblemática de esta ciudad nuestra, Jaén, cada vez más ajena y cruel con sus vecinos.
(Publicado en Diario Jaén,
14/10/2022)